La Navidad huele a tamalitos

La temporada de Navidad comienza con Doña María preparando su receta secreta de tamales junto con sus tres empleadas en una choza y un renombre conocido por toda Choluteca. A Doña María, aunque sus padres con mucha cautela eligieron su nombre cristiano, el pueblo la ha bautizado como «La Señora de los Tamales.» Y en esa choza mágica yace una montaña de masa lista para convertirse en el tesoro del pueblo. Doña María anuncia la fecha en que estarán listos y da inauguración de las fechas más felices del año. Los encargos vienen en números exagerados asegurando que duren por las próximas semanas. Los tamales en los hogares Hondureños serán tratados como la realeza de la comida. Los tamales son como un factor denominador de nuestro folclore; clase alta, media, baja, desde las familias más simples hasta la familia presidencial. Son desayuno, almuerzo, y cena, con una pizca de colesterol y triglicéridos (pero no vamos a pensar en esto ahora, hasta en Enero). Los nutricionistas se dan vacaciones forzadas estas fechas. Solo digamos que las calorías no cuentan en Diciembre.

El verdadero sabor de nuestra cultura se encuentra en las manos laboriosas de las señoras que aprendieron recetas de sus madres o abuelas sin necesidad de tazas medidoras, lo hacen todo «al cálculo.» Un libro de cocina no podría hacerle justicia a la comida de las abuelas, en ellas yace el núcleo de nuestra cocina. Las Doñas Marías o Doñas Martas de Honduras son nuestras heroínas. Si el amor tuviera sabor serían a los platillos cocinados por estas heroínas, por madres y abuelas.

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